Entrevista a Ana María Shua

Ana María Shua

(Buenos Aires, Argentina, 1951)

Escritora y traductora

Aunque Ana María Shua es una escritora conocida y traducida alrededor del mundo, es importante matizar que no solo ha cultivado el microrrelato sino que es una artista polifacética. Ha escrito poesía, cuento, novela y literatura infantil. Su novela Soy paciente obtuvo el premio Losada y La muerte como efecto secundario el premio Ciudad de Buenos Aires y premio Club de los 13. Su obra de microrrrelato previa a La guerra –su último libro– está reunida en Cazadores de letras, donde se incluyen los libros: La sueñera, Casa de geishas, Botánica del caos, Temporada de fantasmas y Fenómenos de circo. Cabe destacar, entre otros, el premio Iberoamericano de Minificción Juan José Arreola que recibió en 2016.

Ana María, antes de entrar en La guerra, has comentado en varias ocasiones que no hay que conformarse con ser microrrelatista, sino que uno debería también cultivar otros géneros y servirse de sus recursos. ¿Nos podrías explicar esta visión?

Es algo que suelo decirles cundo arengo a los microrrelatistas, hay que ser escritor, hay que ser ambicioso, hay que ser en primer lugar escritor, hay que poder elegir el mircorrelato, como hay que poder elegir cualquier género en el que uno se meta, uno no puede decir “yo escribo novela porque el cuento no me sale, o escribo cuento porque no me salen las novelas”… Sino al menos intentarlo, trabajar todas las posibilidades de la palabra, de la lengua… y volver al microrrelato por elección y no porque es lo único que a uno le sale, es algo cortito y que le parece fácil. Hay una especie de peligrosa facilidad en el microrrelato, que es un poco lo mismo que pasa con la poesía, entonces hay mucha gente que en realidad no son escritores, no tienen lectura de escritores, y se lanzan a escribir microrrelatos, con pocos o malos resultados. El microrrelato está encerrado en una cantidad de tópicos archiconocidos y clichés de la literatura fantástica que se repiten y repiten, y necesitamos que grandes autores vengan a sacudir un poco esa sensación y que empiecen a aparecer otras posibilidades del género.

Ahora sí, adentrémonos en La guerra, libro publicado por la editorial Páginas de Espuma en septiembre de 2019. Empecemos por la estructura del libro, se divide en 4 apartados: “el arte de la guerra”, “guerreros”, “armas” y “estrategias”. El primer título es una clara alusión a Tsun Zu al que no solo dedicas un microrrelato, sino que también mencionas en otros, ya hablaremos sobre ello, pero ¿por qué te decidiste por estos 4 ejes?

Bueno, tuve muchas dudas, aparecían otros ejes también, pero, en un momento dado, hubo otras secciones como la medicina en la guerra o los animales de guerra, pero lo conversé con mi editor y entonces decidimos quedarnos con esta estructura, pese a que teníamos más temas optamos por englobarlos en estos cuatro bloques para no tener apartados demasiado cortos.

Aclarado este punto, para ya entrar a analizar elementos más concretos del libro nos gustaría saber qué significado tiene la palabra “guerra” para Ana María Shua.

Bueno, más allá del significado que tiene para todos… sería esa guerra que uno lleva contra las palabras para que se organicen y poder tratar con ellas, es una minúscula forma de guerra, nada que ver con una guerra como tal entre humanos, sino más como una metáfora, como una posibilidad más del idioma, algo que el microrrelato permite de forma maravillosa, esa posibilidad de jugar con la lengua de todas las maneras posibles.

En los primeros microrrelatos nos encontramos con referencias implícitas al “arte de la escritura” que relacionas también con una guerra. Un arte donde se usan habilidades como la de sorprender, expuesta en el micro “Engaño”. Este libro está lleno de sutilezas, artificios, mezcla de realidad y ficción, juegos de palabras, figuras retóricas… Yo por ejemplo, cuando leía “La cruzada de los niños” me vino en mente un punto del decálogo de Ribeyro, el que dice así: “la historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real, debe parecer inventada, y si es inventada, real”. ¿Qué recursos utiliza Ana María Shua para mezclar con tanta maestría realidad y ficción?

No sé qué recursos uso pero te voy a contar cómo lo hago. Voy investigando, de los libros a internet y de internet a muchos libros… Empiezo a leer por ejemplo un tratado del siglo XVIII acerca de la medicina militar y de pronto, en medio de la lectura, capto algo que me llama la atención y me despierta una idea, y de ahí sale el microrrelato.

Podemos apreciar en esta obra la crítica social, en especial nos interesa remarcar la crítica hacia la desigualdad de género, hacia el amor romántico y hacia las ópticas falogocéntricas; esto se observa por ejemplo en el microrrelato de “En la guerra y en el amor” o “En el llanto de Lisístrata” entre otros. Nos gustaría saber cómo anda esta “guerra” en el mundo editorial.

Hubo cambios enormísimos, pensad que yo empecé a publicar narrativa en 1980, desde entonces hasta ahora los cambios fueron gigantescos, en aquel momento los editores eran hombres, entonces de una manera natural se inclinaban a elegir a otros varones, sin pensarlo y sin un particular machismo por su parte, sino simplemente por razones de redes de amistades, de relaciones… y entonces para un hombre era más fácil publicar. Hoy yo creo que está sucediendo lo contrario. Prácticamente todas las editoras son mujeres, hay un altísimo porcentaje aunque todavía todos los puestos más altos siguen ocupados por hombres, y en particular los puestos relacionados con marketing, con ventas, pero también las direcciones editoriales de las grandes casas son hombres, pero estamos avanzando en ese punto también.

Cambió eso y cambiaron muchas otras cosas, porque yo creo que en esa época se hablaba incansablemente y fatigosamente de la literatura femenina, yo estaba muy harta de que me hablasen de la literatura femenina o de la literatura escrita por mujeres, realmente no tenía nada que decir al respecto. Lo que pienso es que en aquella época sí había una diferencia muy grande entre lo que escribían las mujeres y lo que escribían los hombres, porque nuestros temas eran más limitados, porque las mujeres tenían un rango de experiencias más limitado, las mujeres escribíamos sobre las cosas que sucedían entre 4 paredes y mucho menos de lo que sucedía en el mundo y sus alrededores. Hoy ya hay mujeres que escriben novelas de guerra por ejemplo, cosa que no sucedía, o policial duro (el policial de enigma de Agatha Christie era otra cosa)… porque ahora tenemos otro lugar en el mundo y entonces naturalmente estamos acumulando experiencias y esas experiencias se vuelven literatura.

La literatura siempre ha jugado un papel muy importante en el tema de la igualdad, cada vez se están viendo nuevas obras o incluso reediciones de obras de grandes escritoras del siglo XX como Katherine Mansfield o Flannery O’Connor. Grandes escritoras que aún no se conocen o se van conociendo a cuentagotas pero cuando se descubren hay una explosión… precisamente por esos roles que comentas.

Sí, bueno, en particular en la literatura anglosajona hubo grandes escritoras del siglo XX, muy reconocidas, Flannery, y otras dos que ahora no me van a salir, las llamadas “Damas del sur” (Katherine Anne Porter, Carson McCullers, Flannery O’Connor y Eudora Welty), tuvieron muchos aplausos pero no en el mundo hispanohablante.

Siguiendo con la crítica, se respira en La guerra una gran dicotomía para con el ser humano. A veces encontramos cierto optimismo hacia la humanidad, pero en gran medida una gran decepción, como en el micro “Dualidad”; en el micro “Terrorismo” incluso hay cierto pensamiento de destrucción de nuestra especie  como  si  de  un  virus  se  tratara.  Nuestra  pregunta es: ¿Es la humanidad una guerra perdida?

Sí, (ríe). Sin duda, sin embargo esa ambigüedad que ves o notas en el libro y que es muy cierta, tiene que ver con mi pensamiento propio, que es sumamente contradictorio, yo soy intensamente optimista, para mí las cosas  en  este  mundo  van  para  mejor,  no  en  la  realidad concreta sino en cuanto a los ideales, que para mí van cambiando porque, en algún  momento  los ideales guerreros y los ideales de  destrucción fueron el ideal de la mayor parte de la humanidad, hoy siguen existiendo pero los maneja una minoría. Los ideales (de hoy) son la paz, bienestar y de buenas relaciones con los vecinos y, al mismo tiempo, la humanidad sigue siendo la misma humanidad de siempre, ¿y eso se ve claramente en la literatura verdad? Seguimos siendo envidiosos, seguimos teniendo odio, seguimos buscando la destrucción de aquellos que no se rinden a nuestros pies. En fin, no somos una raza maravillosa ni hemos cambiado tanto cada uno de nosotros en lo personal, y sin embargo en conjunto algunas cosas vamos logrando… Por ejemplo, creo que estamos lejos de una tercera guerra mundial, me parece que es un cambio grande, hace tantos años que tenemos armas nucleares pero afortunadamente no se han usado, y tengo la sólida esperanza de que no se van a usar, eso es creer en la humanidad. Voy a decir más, con el tema de la pandemia, con una enfermedad que mata sobre todo a los viejos y a los enfermos,  y  que  la humanidad entera se  haya  abroquelado  en  defensa  de  sus  viejos  y  sus  enfermos,  aun a riesgo de dañar la economía y de otras tantas cosas que nos siguen pasando, la defensa de la vida de los más débiles ha funcionado, existe. Aunque sea por eso, se merece un aplauso la humanidad en ese aspecto.

Puede que sea también porque ahora gracias a que hay más consciencia y más posibilidades de divulgación, las minorías tienen más voz y temas como el ecologismo que quedaban al margen ahora cogen fuerza y unen a personas de distintas partes del mundo para trabajar en conjunto y ayudar a no perder ni optimismo ni esa idea de que las cosas pueden ir a mejor.

Sí, tal cual. De la humanidad se pueden decir muchas cosas pero no es tonta la humanidad. Yo creo que hasta los más negados se van dando cuenta de que hay temas como el ecologismo que son necesidades innegables del planeta, ya no es una simple minoría. En los años 60, 70, los de mi adolescencia y juventud se consideraba, sobre todo desde acá, desde América Latina, que el ecologismo, la defensa del planeta era como una especie de excusa burguesa para pasar por alto las necesidades de los más necesitados. Yo creo que aprendimos que no era así, que a todos nos irá mejor si prestamos atención a estas cuestiones. 

ME DA LO MISMO, NO TIENE  NINGUNA IMPORTANCIA, ME ENCANTA QUE LA GENTE DUDE DE SI ES  VERDAD O LO INVENTÉ  YO. 

 

En el apartado de “los guerreros”, hay cierta voluntad de desmitificar al héroe, o al guerrero. Con qué héroes, guerreros o guerreras actuales sintoniza más Ana María Shua. 

(Ríe) No lo sé… La verdad es que no tengo héroes bélicos, ahora estoy trabajando en un libro para chicos (niños) que va a tener 20 biografías de gente que intentó cambiar el mundo. Creo que con esos guerreros son los que yo me identifico, porque creo que la humanidad puede tener una posible clasificación entre la gente que viene a este mundo y lo acepta y entiende que el mundo es como es y, dadas las circunstancias, trata de acomodarse lo mejor que puede y tener éxito dentro de sus posibilidades; y la gente que no lo acepta, la gente que ve el mundo, lo entiende y no le gusta, y no está dispuesta a aceptarlo tal como es. En esta sección creo que están los artistas, los científicos… pero también muchas veces los militares, políticos, filósofos… mucha gente que de distinta manera y desde su pequeño lugar, pequeño o grande, intenta cambiar el mundo. Esos son mis héroes, mis héroes guerreros.

¿Nos podrías dar un ejemplo de alguno de estos personajes de este libro? 

Sí, por ejemplo, los más conocidos, toda la historia de la humanidad, desde Espartaco hasta los guerreros de la independencia de América Latina como San Martín o Bolívar, mujeres como Diane Fox por su lucha por los gorilas, personajes como Manuelita Sáenz, una luchadora por la independencia de América Latina… Me costó mucho encontrar mujeres porque la verdad es que las mujeres se han destacado a partir del siglo XX, antes estaban dedicadas a tener hijos… en fin, esos son algunos de mis héroes. 

Una cosa que nos ha llamado la atención cuando explicabas los referentes, en quienes te habías referenciado para escribir la obra, hemos oído en alguna entrevista que también hay algún testimonio real como el de la plaza Catalunya en España.

 Sí… tengo el testimonio de plaza Catalunya y no sé si puse otro de la misma persona, un hombre que me contó cómo lo alimentaba su mamá con “farinetes” (gachas), me siento muy culpable con este hombre que se llama Mario pero cuyo apellido no recuerdo. Me dejó un libro muy extraordinario con un periódico anarquista encuadernado que se publicó durante la guerra civil, yo perdí su teléfono y como él no escribía correo electrónico porque era muy mayor, me quedé con el libro…

Una cosa que particularmente me ha gustado del libro ha sido verme en la obligación de tener el teléfono cerca e ir consultando referencias del libro que desconocía para saber qué había de cierto y qué no. En la mayoría de cursos de microrrelato nos dirían que eso nos saca de la historia, que lo hagamos más llano. ¿Qué piensa usted sobre ciertas reglas, dogmas y decálogos a la hora de escribir? 

Me da lo mismo, no tiene ninguna importancia, me encanta que la gente dude de si es verdad o lo inventé yo. Tuve una pequeña duda en relación con el libro porque en Fenómenos del circo cuento cosas muy disparatadas que sucedían en la realidad y yo le agregué al final una especie de joda (broma) donde puse una especie de minibiografía de estos personajes extrañísimos que realmente existieron, y cuento algunas cosas que realmente sucedieron. En realidad me parece de todas maneras que los lectores no creen en mis biograf ías aunque son absolutamente ciertas. En La guerra me planteé también si debía relatar la realidad de los hechos que sucedieron separados de mi interpretación, pero no, me di cuenta que no, porque en cada uno de mis textos está relatado también el suceso que me da pie para armar el microrrelato, me pareció que no hacía falta, está en cada uno de los textos. Lo que pasa que hay algunas cosas muy inverosímiles como esa idea de los norteamericanos durante la II Guerra Mundial en que buscaban armas desesperadamente, y a alguien se le ocurrió que podrían tirar murciélagos desde los aviones, murciélagos que iban a llevar bombas incendiarias, entonces la idea era que los arrojaban sobre ciudades japonesas, los murciélagos iban a buscar refugio en los aleros de las casas de madera y después se iban a hacer estallar a todos por control remoto y se incendiaba la ciudad.

Y la del gaitero en el desembarco de Normandía, que tampoco nos lo creímos… Un hombre que iba de un lado a otro… Increíble. 

Sí, increíble, y nadie lo abatió. El gaitero escocés, el único músico porque no estaban permitidos, pero a él lo dejaron estar.

Y ya para terminar, esta es una pregunta que siempre incluimos en nuestras entrevistas, también se la hicimos Alonso Arreola. 

¿Qué  pregunta  no  le  hemos  hecho  a  Ana  María  Shua que le hubiera gustado que le hiciéramos?, y si es posible, ¿qué respuesta nos daría? 

No se me ocurre ninguna, la verdad es que fue una entrevista muy linda, las preguntas fueron muy originales, muy especiales, me hicisteis pensar y para mí eso es lo interesante de una entrevista, cuando puedo salirme del  caset, cuando puedo salirme de apretar un botón y que salga automáticamente todo  lo que ya tengo mil veces respondido, os agradezco que me hayáis hecho pensar un poquito.

La entrevista en vídeo